“Pero Josafat preguntó: —¿Acaso no hay aquí un profeta del Señor, para que consultemos al Señor por medio de él? Un oficial del rey de Israel contestó: —Aquí cerca está Eliseo hijo de Safat, el que servía a Elías”. (2 Reyes 3:11).
Eliseo servía a su profeta. El servicio, hecho con amor y fe, está revestido de poder espiritual. “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45). Es una semilla sembrada en el mejor suelo: un padre espiritual.
¿Quién es tu profeta? Sírvelo. En otras palabras, llévalo adonde tiene que ir, ayúdalo con las cosas de su casa, anticípate a sus necesidades. Sé su principal intercesor; moviliza las reuniones de oración.
E. M. Bounds dijo: “El predicador debe orar, y también deben orar por él”. Giezi, el criado de Eliseo, tenía motivos egoístas: su propio ministerio y el dinero. Pero
Eliseo era diferente, cuando servía a Elías, tenía pasión por servir, lloró por su padre y recibió la doble porción. El resultado de la vida de Giezi y de Elieo fue totalmente diferente.
Oración intercesora
“Señor, te ruego que me unas a un profeta, un mentor. Dame el corazón de Jesús para que me entregue en servicio. Ponme en órbita alrededor de tu propósito. No pido un ministerio rápido, sino una madre o un padre para amar y servir, y la herencia de una doble porción.”
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